«La arpillera es una historia narrada con las manos, es el deseo y anhelo de algunas. La arpillera es un pedazo de memoria tangible contruida con retazos, hilos y aguja».
— Paula Rodríguez Retamal
Paula Rodríguez, estudio la carrera de educación diferencial en Chile, una pedagogía orientada al trabajo con estudiantes que poseen dificultades de aprendizaje. Actualmente es docente en un liceo, donde trabaja con adolescentes. Desde hace varios años empezó a trabajar con el arte textil, de manera autodidacta, aprendiendo así el lenguaje y técnica de la arpillera. Ha sido invitada a compartir su experiencia utilizando las arpilleras como herramientas de lucha y transformación social.

Hace cinco años inició con un proyecto propio llamado “Narrativa Textil”, a través del cual busca difundir la técnica de la arpillera, realizando talleres en espacios comunitarios trabajando con mujeres de diferentes territorios.
Paula aprendió sobre la técnica de la arpillera gracias a una formación que realizó en su lugar de origen Santiago de Chile, con un grupo de mujeres de este territorio.

“Ellas me enseñaron a trabajar la arpillera, y lo que significaba como testimonio histórico. Conocí la historia de la arpillera en mi país, que es una historia super importante pues en Chile la arpillera surge durante la dictadura en la década de los años 70, como testimonio de aquellas mujeres que deseaban denunciar las horribles cosas que estaban pasando en una dictadura tan sangrienta como la que tuvo que vivir el pueblo chileno. Aprendí la historia y también la práctica, y me enamore de las arpilleras. Y pensé esto que yo aprendí tengo que compartirlo con otras mujeres”.
Paula expresa que al principio realizaba arpilleras que plasmaban sus aprendizajes, las experiencias en las que se encontraba inmersa en ese momento, con lo cual eran arpilleras muy personales como por ejemplo cuando empezó a aprender sobre feminismo.

Su admiración por esta técnica textil y narrativa, la llevaron a realizar talleres para enseñar y compartir con otras mujeres el lenguaje de las arpilleras. Es así que en el año 2015 inició un proyecto propio llamado “Narrativa de Género”.
Al realizar talleres sobre las arpilleras y estar en contacto con diversas mujeres, empezó a plasmar experiencias y aprendizajes que le dejaban estos encuentros. Paula ha realizado talleres de diferentes formatos y tipologías: arpilleras individuales, colectivas, arpilleras grandes o de pequeño formato.

“En el 2018 tuve la oportunidad de participar en una experiencia muy bonita, realice un taller llamado “autorretazo” donde las mujeres compartían su propia biografía. Esto genero la creación de grandes vínculos gracias a todo lo compartido. A partir de acá nace la colectiva “autorretazo”.
Ya conformadas como colectivo, en diciembre del año 2018 hicieron una convocatoria abierta a mujeres de cualquier lugar de Chile , para bordar una arpillera que les acompañara en la marcha para del 8M del año 2019, esta convocatoria llevo por nombre “Las mujeres de mi vida”. Con este nombre deseaban resignificar esa frase de “el hombre de mi vida”, invertirla y pensar en esas mujeres que nos han impactado o inspirado en nuestra vida, una madre, una abuela, una escritora o cualquier mujer que te haya impactado en tu vida.
Participaron mujeres de Santiago de Chile pero también de otras ciudades, pudieron realizar algunos encuentros presenciales donde podían conversar sobre las reflexiones que se propiciaron gracias a la iniciativa, sobre las mujeres que decidieron plasmar, Paula expresa que salió algo muy bonito de ese compartir presencial. “Construimos un lienzo de 27 arpilleras, cada una con la imagen de una mujer, cada una cargada con una historia llena de fuerza y valentía.”

“Esa marcha fue muy importante, porque junto a otras marchas posibilitaron que el 18 de octubre en Chile se diera un estallido social como nunca antes habíamos tenido. Fue una marcha llena de mujeres, fue una instancia muy linda donde mostrar el trabajo que habíamos logrado”.
La formación Tejiendo Hilos de Emociones me ha dado aún más herramientas para seguir trabajando en el camino del arte textil.

«La arpillera ha sido un motor de búsqueda a mi interior, me ha permitido construir un relato propio que en el hacer colectivo de los talleres se enriquece con cada historia bordada».
— Don Quijote